DE LO COTIDIANO Y OTROS ANGELES

Cierta noche, el vino había obrado bien en el alma del Caminante, había escuchado un sin fin de historias y cuando el silencio reclamo su palabra, miro el fuego y dijo:


“Muchas veces al observar a nuestro alrededor. Vemos Doncellas inmensamente deseables, rubias, morenas, lindas, hermosas. Llenas de carisma y con rasgos que te hacen desear estar a su lado.

Vemos caballeros con corceles hermosos, magníficos. Gastando muchas monedas de oro en las ciudades, sonrientes, confiados; rodeados de las doncellas que antes mencione. Ambos lucen siempre radiantes.

Vemos personas de todas las edades en las tabernas, las iglesias, las comarcas, las justas. Todos te miran y piensan - “uno más del montón, uno más de los demás”- te sonríen y miran a las Doncellas y a los caballeros, desean ser como ellos. A veces hablo con esas doncellas, incluso a veces les confieso mis sueños, sonríen, seguimos conversando, de repente pasa uno de esos caballeros y mas que nunca sale a reducir que no tengo los corceles que ellos tienen, no puedo gastar tanto oro como ellos gastan, que mis sueños de una gran compañía, de escribir, de viajar, los pequeños triunfos que logro, mi gran capacidad de innovar.


El caminante pareció ahogarse en un suspiro, continuó la historia.

Mis sueños no son suficientes y cuando vuelvo a mirar, ellos ya están juntos y yo solo y derrotado en un rincón.


En ese momento mi ángel toca mi hombro, y dice:

- Ves porque no todos pueden lograr lo que tú, es demasiado alto el precio de los sueños, de las palabras que escriben nuestra historia en el libro de la vida.”

Sus ojos brillaron más que las llamas, sonrió, lleno su garrafa, esa noche durmió lleno de paz.



Alguien.