Su niña era preciosa,
unos enigmáticos ojos marroquíes envolvían todo el misterio de medio oriente.
Su esposo la dejaba en el cuartito de Doña Juliana todos los lunes, apenas
cuando los rayos del Sol iniciaban a estirarse, mientras se iba a recorrer todo
el sur profundo, fiando sus mercancías y celebrando con vítores cada
centavo que le pagaban, entonando la frase que le haría famoso, “están pagando,
están pagando”.
Hasta el viernes, en la
mesa de Don Julio, una procesión de plátanos, huevos, leche, queso,
mantequilla, pan, pescado, carne, entre tantos, la esperaban junto a los
cubiertos, la hospitalidad y una amplia sonrisa.
Que El alimentara a todo
cuanto lo necesitara sin esperar absolutamente nada a cambio, eran tan natural
como el rio que culmina su recorrido con un fresco baño en el mar.
- Doña Ana.
- Digame Don Julio
- Y uste’ va a cre’ que
va’ a veni’ tiempo que si no e’ po’ un peso, nadie va a ve’ comia’.
- No don Julio, y como va
a ser. El dominicano tiene el dar en la sangre.
- Ute’va a ve’.
Ese era el recuerdo que
sumergió en el limbo a Doña Ana, muchos años después, en el patio de la casona
fruto del trabajo incansable de su marido El Turco, ahora prospero comerciante
millonario. Mientras su
hija, le llamaba a gritos, sin saber qué hacer con el mendigo de ropas raídas
que esperaba diciendo;
- Un vaso de agua y algo
de comida por la Misericordia de Dios –
Agua que salía a raudales
por la llave a la que ella había enviado a su pequeña, para ver si con eso se
quitaba el pordiosero que estorbaba frente a su vivienda.
Agua que ella juraría
hasta el día en que cerró los ojos postrada en su lecho, que al salir clarito
iba diciendo;
- Ute’ va a ve’, Ute’ va
a ve’.
Aylan Pérez.
2 comentarios:
:)
Cuando algo que brotó de la tinta te hace llorar susurrándote:
“Mañana, cuando el proceso allá ocurrido, no olvides lo que escribiste en la piedra para que no se pudiera borrar”
Debemos dar Gracias.
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