Entre los anuncios en la tv y las
fotografías, forjaron en Ángel las inmensas ansias que lo motivaron a trabajar
y ahorrar todo lo ganado, excepto lo que le daba a su madre, para comprar la
triple ultra máxima hamburguesa de cuatro capas, con papas y refresco extra
grandes.
Lavo autos, hizo mandados, ayudo en el taller del
barrio, fue delivery y realizo todo acto honesto en el que le dieron
oportunidad.
El gran día todo fue como tantas veces en su mente lo había
recreado, entro con cara de triunfo, hizo la cola, airoso ordeno
la triple ultra máxima hamburguesa de cuatro capas, con papas y refresco extra grandes para llevar, y salió como quien lleva al mundo en sus manos.
Entonces le vio, sabia perfectamente por que
llevaba la cabeza baja, pues ya había presenciado esa misma escena en
reiteradas ocasiones.
- Yo no puedo tener aquí a un muchacho de la
calle, yo quisiera ayudar, pero si se me lleva algo que me deje con las manos
en la cabeza o si anda en malos pasos y un día me acecha y me da un palo. Lo
lamento pero no - escucho decir a una vez al dueño del taller.
De inmediato dio media vuelta, pidió una bolsa y
un envase extra. Partió equitativamente su botín y le llevo la mitad a quien
con una inmensurable alegría, le agradecía como a quien le han devuelto el Alma
y la Vida.
- No te preocupes, yo hablare con el dueño y responderé
por ti.
Ángel, nunca jamás ha vuelto a comer una hamburguesa
tan rica como aquella, así como en su vida entera, nunca ha tenido un día que
no este lleno de Milagros y Proezas.
Aylan P.